sábado, 18 de julio de 2009

La Gallina de los huevos azules

Para todo coronelino y habitante al sur del Bío Bío ver o consumir un huevo de cáscara azul no es una novedad. Pero, lo que no sabemos es que los huevos azules son una verdadera rareza. Son producidos exclusivamente en una región amplia de la Araucanía, y puestos por las gallinas araucanas o aquellas que portan el gen encargado de colorear la cáscara del huevo.
Hay algo misterioso en este cuento de las gallinas. Para los españoles fue motivo de profunda extrañeza encontrar entre los nativos de América a estas aves de corral. Más aún, que estas aves pusieran huevos de color azul, y más aún que estuvieran dotadas de unas plumas como penachos a los costados de las orejas. Por si fuera poco, una variedad no tenía cola, eran las colloncas.

Las gallinas europeas son tan antiguas como sus civilizaciones, pero provienen del Asia. Chinos e Hindúes las cultivaron desde tiempos ignotos. El comercio a través de la Ruta de la Seda, tan importante para la humanidad, llevó a Europa, entre otros productos, a las gallinas. Entre los romanos era popular una gallina de talla pequeña y que ponía huevos blancos. Estas y otras aves fueron repartidas en todo el Imperio Romano, junto a especies como las rosas, castaños, vides, olivos y otros elementos de esa civilización.

Otras variedades de gallinas ponían huevos morenos, coloreados de un blanco rosado que llegaba a tan oscuro como el café. Corresponden a los comunes huevos de todas las razas modernas. Pero de esas razas modernas, ninguna ponía huevos azules. Además, antes de la llegada de Colón a América, no había forma de que las gallinas hubieran llegado desde Europa.
Pero ya estaban en América y en particular la Araucanía de Chile. ¿Qué pudo haber ocurrido?
Parece que la respuesta está en los navegantes oceánicos tempranos y que navegaron el pacífico del sur en tiempos remotos. Como expliqué antes, la gallina es originaria del Asia y desde allí se diseminó, gracias al comercio y migraciones a todo el mundo. Se constituyó en un producto de identidad cultural.

La especie Gallus bankiva, parece ser la base de todas las razas de gallinas existentes en todo el mundo. Aún existe viviendo libremente y en forma salvaje en las islas de Sumatra, Borneo y aledañas. No sería raro, que en su variedad domesticada hubiera acompañado a estos navegantes en sus osadas singladuras de mares desconocidos y tempestuosos.
Lo importante es que hay gallinas muy parecidas a la raza sumatra en las islas que jalonan el pacífico en dirección a América, incluyendo a la Isla de Pascua. No sería extraño que estos exploradores hubieran recalado en las costas de Chile, haciendo contacto cultural duradero con los habitantes continentales, aportando costumbres, ajuar cultural e idioma. La palabra toqui tiene idéntica connotación para los mapuches como para los polinésicos, y no es la única palabra que llegó a nosotros. El curanto chilote, que se hace en un hoyo en la tierra, es propio de las culturas del pacífico. El camote o batata dulce, es común tanto en América como la Polinesia. Las afinidades saltan a la vista y la antropología tiene razones fundadas para pensar en que hubo contactos muy tempranos entre estas lejanas tierras.


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